domingo, 6 de septiembre de 2009

EXISTENCIALISMO (Antes de leer La Peste)


· Movimiento filosófico que resalta el papel crucial de la existencia, de la libertad y de la elección individual, y que gozó de gran influencia en distintos pensadores y escritores de los siglos XIX y XX. Debido a la diversidad de posiciones que se asocian al existencialismo, el término no puede ser definido con precisión. Se pueden identificar, sin embargo, algunos temas comunes en todos los autores existencialistas. El término en sí mismo sugiere uno principal: el énfasis puesto en la existencia individual concreta y, en consecuencia, en la subjetividad, la libertad individual y los conflictos de la elección.

Individualismo moral: La mayoría de los filósofos desde Platón ha mantenido que el bien ético más elevado es el mismo para todos: en la medida en que uno se acerca a la perfección moral, se parece a los demás individuos perfectos en el plano moral. El filósofo danés del siglo XIX Søren Kierkegaard, el primer escritor que se calificó de existencialista, reaccionó contra esta tradición al insistir en que el bien más elevado para el individuo es encontrar su propia y única vocación. Como escribió en su diario: “Tengo que encontrar una verdad que sea verdadera para mí... la idea por la que pueda vivir o morir”. Otros escritores existencialistas se han hecho eco de la creencia de Kierkegaard de que el individuo ha de elegir el camino propio sin la ayuda de modelos universales y objetivos. En contra de la idea tradicional de que la elección moral implica un juicio objetivo sobre el bien y el mal, los existencialistas han afirmado que no se puede encontrar ninguna base objetiva, racional, para defender las decisiones morales. También durante el siglo XIX, el filósofo alemán Friedrich Nietzsche sostuvo que el individuo tiene que decidir qué situaciones deben ser consideradas como morales.

Subjetividad: Todos los existencialistas han seguido a Kierkegaard al resaltar la importancia de la acción individual apasionada al decidir sobre la moral y la verdad. Han insistido, por tanto, en que la experiencia personal y la actuación según las propias convicciones constituyen los factores esenciales para llegar a la verdad. Así, la comprensión de una situación por parte de alguien que está comprometido en esa situación es más elevada que la del observador indiferente, objetivo. Este énfasis puesto en la perspectiva del agente individual ha hecho que los existencialistas sean suspicaces respecto al razonamiento sistemático. Kierkegaard, Nietzsche y otros fueron, de un modo intencionado, no sistemáticos en la exposición de sus filosofías y prefirieron expresarse mediante aforismos, diálogos, parábolas y otras formas literarias. A pesar de su posición antirracionalista de partida, no se puede decir que los existencialistas fueran irracionales en el sentido de negar toda validez al pensamiento racional. Han mantenido que la claridad racional es deseable allí donde sea posible, pero que las materias más importantes de la vida no son accesibles a la razón o a la ciencia. Además, han sostenido que incluso la ciencia no es tan racional como se supone. Nietzsche, por ejemplo, afirmó que la visión científica de un Universo ordenado es para la mayoría una ficción práctica, una entelequia.

Elección y compromiso: Tal vez el tema más destacado en la filosofía existencialista es el de la elección. La primera característica del ser humano, según la mayoría de los existencialistas, es la libertad para elegir. Mantienen que los seres humanos no tienen una naturaleza inmutable, o esencia, como tienen otros animales o plantas; cada ser humano hace elecciones que conforman su propia naturaleza. Según la formulación del filósofo francés Jean-Paul Sartre, la existencia precede a la esencia. La elección es, por lo tanto, fundamental en la existencia humana y es ineludible; incluso la negativa a elegir implica ya una elección. La libertad de elección conlleva compromiso y responsabilidad. Los existencialistas han expuesto que, como los individuos son libres de escoger su propio camino, tienen que aceptar el riesgo y la responsabilidad de seguir su compromiso dondequiera que éste les lleve.

Temor y angustia: Kierkegaard mantenía que es crucial para el espíritu reconocer que uno tiene miedo no sólo de objetos específicos sino también un sentimiento de aprehensión general, que llamó “temor”. Lo interpretó como la forma que tenía Dios de pedir a cada individuo un compromiso para adoptar un tipo de vida personal válido. El concepto de angustia posee un papel decisivo y similar en las obras del filósofo alemán Martin Heidegger; la angustia lleva a la confrontación del individuo con la nada y con la imposibilidad de encontrar una justificación última para la elección que la persona tiene que hacer. En la filosofía de Sartre, la palabra “náusea” se utiliza para el reconocimiento que realiza el individuo de la contingencia del Universo, y el término “angustia” para el reconocimiento de la libertad total de elección a la que hace frente el hombre en cada momento.

Historia: El existencialismo es un movimiento filosófico y literario propio de los siglos XIX y XX, pero se pueden encontrar elementos existencialistas en el pensamiento (y vida) de Sócrates, en la Biblia y en la obra de muchos filósofos y escritores anteriores a la edad contemporánea.

· Blaise Pascal: El filósofo francés del siglo XVII Blaise Pascal fue el primer pensador que anticipó las principales inquietudes del existencialismo moderno. Rechazó el vigoroso racionalismo de su coetáneo René Descartes y, en sus Pensamientos sobre la religión y sobre otros temas (1670), afirmó que una filosofía sistemática que se considera capaz de explicar a Dios y la humanidad representa una forma de orgullo. Al igual que los escritores existencialistas posteriores, contempló la vida humana en términos de paradojas: la personalidad humana, que combina mente y cuerpo, es en sí misma paradoja y contradicción.

· Soren Kierkegaard: considerado como el fundador del existencialismo moderno, reaccionó contra el idealismo absoluto y sistemático de Georg Wilhelm Friedrich Hegel, que afirmó haber encontrado un entendimiento racional total de la humanidad y de la historia. Kierkegaard, por el contrario, resaltó la ambigüedad y lo absurdo de la situación humana. La respuesta individual a esta situación tiene que ser vivir una existencia comprometida por completo, y este compromiso sólo puede ser entendido por el individuo que lo asume. El individuo, por lo tanto, tiene que estar siempre dispuesto para desafiar las normas de la sociedad en nombre de la mayor autoridad de un tipo de vida auténtica en el orden personal. Kierkegaard abogó por un “cambio de fe” en el modo de vida cristiano que, aunque incomprensible y lleno de riesgos, era el único compromiso que, según creía, podía salvar al individuo de la desesperación.

· Friedrich Nietzsche; que no conocía el trabajo de Kierkegaard, transformó el pensamiento existencialista posterior a través de su crítica de las tradicionales suposiciones metafísicas y morales, y su adopción del pesimismo trágico y de la voluntad individual afirmadora de la vida que la opone a la conformidad moral de la mayoría. En oposición a Kierkegaard, cuyo ataque a la moral convencional le llevó a defender un cristianismo radical e independiente, Nietzsche afirmó en La gaya ciencia (1882) que “Dios está muerto” y rechazó toda la tradición moral judeocristiana en favor de los heroicos ideales paganos.

· Martin Heidegger: al igual que Pascal y Kierkegaard, reaccionó contra el intento de fundamentar la filosofía sobre una base conclusiva racionalista, en este caso la fenomenología del filósofo alemán Edmund Husserl. Heidegger, autor de una de las obras más representativas del existencialismo, El ser y el tiempo (1927), afirmó que la humanidad se encuentra en un mundo incomprensible e indiferente. Los seres humanos no pueden esperar comprender por qué están aquí; en su lugar, cada individuo ha de elegir una meta y seguirla con apasionada convicción, consciente de la certidumbre de la muerte y del sinsentido último de la vida propia. Heidegger contribuyó al pensamiento existencialista al poner el énfasis en el ser y la ontología tanto como en el lenguaje.

· Jean Paul Sartre: que utilizó el término existencialismo para definir y calificar su propia filosofía, se convirtió en el gran difusor del movimiento a escala internacional una vez finalizada la II Guerra Mundial. El pensamiento de Sartre, impregnado de ateísmo y pesimismo de una forma explícita, argumentaba que los seres humanos necesitan una base racional para sus vidas pero son incapaces de conseguirla y, por ello, su existencia es “pasión inútil”. No obstante, insistió en que el existencialismo es una forma de humanismo y resaltó la libertad, la elección y la responsabilidad humana. Con gran refinamiento literario, intentó reconciliar esos conceptos existencialistas con un análisis marxista de la sociedad y de la historia. Sartre fue autor de otra de las obras claves en la historia del existencialismo, El ser y la nada (1943).

  • Existencialismo y teología: A pesar de que el pensamiento existencialista engloba el ateísmo absoluto de Nietzsche y Sartre y el agnosticismo de Heidegger, su origen en las meditaciones religiosas de Pascal y Kierkegaard hizo presagiar su gran influencia en la teología del siglo XX. El filósofo alemán Karl Jaspers, aunque rechazó las doctrinas religiosas ortodoxas, influyó en la teología moderna con su preocupación por la trascendencia y los límites de la experiencia humana. Los teólogos protestantes alemanes Paul Johannes Tillich y Rudolf Bultmann, el teólogo católico francés Gabriel Marcel, el filósofo ruso Nikolái Alexándrovich Berdiáiev y el filósofo judío Martin Buber heredaron muchas de las inquietudes de Kierkegaard, en particular respecto a la creencia de que un sentido personal de la autenticidad y del compromiso resulta esencial para la fe religiosa.
  • Existencialismo y literatura:· Algunos filósofos existencialistas hallaron en la literatura el camino idóneo para transmitir su pensamiento. Así, el existencialismo ha sido un movimiento tan vital y amplio en literatura como en filosofía. El novelista ruso del siglo XIX Fiódor Dostoievski es quizá el mayor representante de la literatura existencialista. En Memorias del subsuelo (1864), el enajenado antihéroe está enfadado ante las pretensiones optimistas del humanismo racionalista. La idea de la naturaleza humana que surge en esta y en otras novelas de Dostoievski consiste en que es imprevisible, perversa y autodestructiva; sólo el amor cristiano puede salvar a la humanidad de sí misma, pero ese amor no puede ser entendido desde la sensibilidad filosófica. Como dice el personaje de Aliosha en Los hermanos Karamazov (1879-1880): “tenemos que amar la vida más que el significado de la misma”.

· En el siglo XX, las novelas del escritor checo Franz Kafka, como El proceso (1925), El castillo (1926) y América (1927), presentan hombres aislados y enfrentados a burocracias inmensas, laberínticas y genocidas; los temas de Kafka de la angustia, la culpa y la soledad reflejan la influencia de Kierkegaard, Dostoievski y Nietzsche. También se puede apreciar la influencia de Nietzsche en las novelas del escritor francés André Malraux y en las obras de teatro de Sartre. Los escritos de Albert Camus están asociados a este movimiento debido a la importancia que en ellos tienen temas como el absurdo y la futilidad de la existencia, la indiferencia del Universo y la necesidad del compromiso en una causa justa. También se reflejan conflictos existencialistas en el teatro del absurdo, sobre todo en las obras de Samuel Beckett y Eugène Ionesco. En Estados Unidos, la influencia del existencialismo en la literatura ha sido más indirecta y difusa, pero se pueden encontrar trazas del pensamiento de Kierkegaard en las novelas de Walker Percy y John Updike, y temas existencialistas en las obra de escritores como Norman Mailer, John Barth y Arthur Miller.

· En el ámbito español y latinoamericano el existencialismo ha ejercido una gran influencia y, bajo la inspiración de Heidegger y Sartre, ha planteado propuestas originales. Especialmente en América Latina, donde la filosofía existencial se unió a la búsqueda de una filosofía propiamente latinoamericana.


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