viernes, 31 de octubre de 2008

CUENTOS IMPRESCINDIBLES (escritores que leen sus propios cuentos).

SÁBADO 1º DE NOVIEMBRE
SALA A – 18.00 hs –

Coordina: Marta Ortiz.

Participan:
Graciela Aletta de Sylvas, Raúl Astorga, Estela Parodi, Susana Rozas, Clara Rozin, Marcelo Juan Valenti

INVITACIÓN


Esta tarde, en la feria del libro:
SALA A – 18.00 hs - Mesa de Lectura:

Literatura en Acecho (animales en la literatura).
Participan:

Beatriz Actis, Gloria Lenardón, Marta Ortiz, Silvia Pampinella, Tona Taleti

miércoles, 29 de octubre de 2008

Link para entrar a la página de la FERIA DEL LIBRO


OPERA PRIMA EN LA FERIA DEL LIBRO



FERIA LATINOAMERICANA DEL LIBRO

ROSARIO 2008

LOS TALLERISTAS Y EL PÚBLICO

Dentro del contexto de La Feria Latinoamericana del Libro Rosario 2008 que se realizará del 30 de octubre al 9 de noviembre en los antiguos almacenes Rosental, ubicados en la Bajada Sargento Cabral entre Urquiza y Av. Belgrano de la ciudad de Rosario, provincia de Santa Fe, Argentina, enmarcado en la actividad dada en llamarse “Los Talleristas y El Público”, el 4 de noviembre de 2008, a las 19 horas en la Sala A, tendrá lugar la lectura de cuentos y poemas bajo la coordinación de las Escritoras Marta Ortiz y Celia Fontán.

Específicamente en ese acto, los integrantes del Taller de Lectura y Escritura Opera Prima coordinado por Marta Ortiz, leerán cuentos de su producción, pudiendo escucharse a los siguientes autores:

Norma Alloatti
Amankay Appezzato Scropanich
Susana Ballaris
Olga Merlo
Silvia Pavia
Marta G Rodríguez
Oscar Daniel Tartabull

En el deseo de disfrutar juntos un momento de grata cultura, esperamos verlos compartiendo a nuestro lado, por la incentivación de la lectura y el deleite de escribir.

martes, 28 de octubre de 2008

PANICO



La clase ha terminado. Aunque somos adultos y profesionales, parecemos chicos de secundario saliendo a toda prisa del salón ni bien el disertante nos despide.
Bajo las escaleras oyendo el ininteligible murmullo de mis compañeros, mirando los escalones para no tropezarme. Este tramo está exactamente igual que hace treinta años… El mármol gastado por años y años de pisadas…


José Luis le parecía un inofensivo charlatán que predicaba la revolución en todos los salones, sobre todo de los chicos de primer año, que recién entraban. Los inducía a tomar parte en las manifestaciones estudiantiles con el loable objetivo de protestar por las bajas e injustas notas para después terminar sumándolos a su partido socialista popular.
Susana lo miraba con desconfianza. Aunque tenía dieciocho años carecía de ideales, era demasiado realista, y la cháchara de José Luis era para ella burdamente interesada.
- Cuántos años tenés?- Le preguntó un día.
- Veintitrés
- Y en qué año estás?
- Segundo
Susana hizo una mueca despectiva.
- Cuando tenga tu edad, quiero tener mi título y hacer algo más útil que hablar y hablar pescando incautos…
José Luis cambió de táctica con ella, viendo que era un hueso duro.
- Pero vos no pensás que si pudiste entrar en esta facultad sin rendir ningún examen es porque ha habido cientos antes que vos que se sacrificaron por todos sus compañeros…
Susana no lo escuchaba, mientras él seguía insistiendo sin descanso, como un moscardón, invitándola a tomar café, al río, almorzar, a cenar. Todas invitaciones rechazadas. Ella tenía un solo valor supremo, que era la libertad. Y se sublevaba contra aquellos estudiantes fantasma que sólo aparecían en las revueltas pero jamás en clase, que impedían los exámenes, obstaculizaban los estudios y destrozaban el mobiliario. Incluso muchos dejaban de estudiar asustados por la violencia que debían enfrentar. A ella nadie la apartaría de sus objetivos.
Un viernes a la mañana, encontró la facultad tomada por los socialistas. Fastidiada, decidió subir al patio del primer piso, donde estaba el puesto que vendía los apuntes. Por lo menos no perdería el día y estudiaría. Lo encontró cerrado y se dio vuelta para irse. Y entonces se vio rodeada por cinco tipos que no conocía. El tiempo pareció detenerse. Uno de ellos tenía una cadena. Otro, una navaja. No siguió mirando. Se quedó paralizada, mirando el vacío, mientras una parte de su cerebro seguía trabajando febrilmente, pensando, por ejemplo en sus padres. ¡Qué ironía! La habían cuidado tanto para que terminara así. Ahora conocía, en su propia carne, el significado de la palabra “pánico”, que siempre le había parecido una palabra tragicómica. Una sensación de soledad abismal, de angustia, terror inenarrable, impotencia. Y entonces reaccionó. En medio del denso y negro silencio, decidió no quedarse paralizada, prefería que la matasen ya mismo, pero ella daría todo el trabajo que pudiera. Sorpresivamente, le dio un empujón a uno de ellos y salió corriendo, bajó los escalones de tres en tres. Su objetivo era salir a la calle y gritar, alguien tendría que ayudarla, no podía ser que el mundo se hubiera transformado súbitamente en un desierto de indiferencia…
Llegó a la puerta como una exhalación. José Luis, apostado en la entrada, miró a los que venían casi pisándole los talones.
- A ella no le hagan nada porque es amiga mía - ordenó él, con una voz que no le conocía.
El grupo se retiró, sin decir nada.
- No sabés de lo que te salvaste – dijo él en voz baja – por favor, andate a tu casa y no vuelvas hasta el lunes.
Susana trató de ordenar sus ideas. ¿José Luis charlatán e inofensivo?

- Si querés agradecerme votá por mí en las próximas elecciones – pidió él cuando ella se alejabademasiado perturbada como para hablar siquiera. Susana se dio vuelta, mirándolo desconcertada.
- Sí - respondió. En realidad, le daba lo mismo votar por él o por los otros, no había diferencia.
- Gracias – dijo él, dándolo por hecho. Ella se echó a reír, inconteniblemente, con una risa nerviosa.
- De qué te reís? – preguntó él, intrigado.
- Es un pedido ridículo. El voto es secreto. ¿Cómo sabés que voy a votar por vos?
- Sé reconocer a alguien que tiene palabra.
Tenía razón. Susana votó por él, aunque podría haber hecho cualquier otra cosa, sin consecuencias. Poco después, sobrevino el golpe militar.

Sigo bajando los escalones, este tramo es nuevo, ya llego a la puerta, mis amigos del posgrado se despiden hasta la próxima clase.
Nunca más supe de José Luis.


SILVIA PAVIA

martes, 21 de octubre de 2008

CONFERENCIA DE NORMA ALLOATTI

Fundación Gral. José María Paz
tiene el agrado de invitar a Ud. a la Conferencia que dictará la
Lic. Norma Alloatti
sobre el tema
“Mi incomparable Margarita”

historia de la vida de Margarita Weild, sobrina y esposa del Gral. Paz, que muestra la real trascendencia en la historia del rol de las mujeres.

El acto se realizará el día 22 de octubre del cte año, a las 19.30,
en la Casa del Foro, sito en Bv. Oroño 1542 de Rosario.
Rosario, octubre de 2008

Dr. Roberto J. C. Cerana Paz
Presidente

UN CUENTO DE SUSANA SZWARC


ANOTACIONES

Luci se mira la palma de la mano. Esa vez anotó la nueva dirección a escondidas. Es que cuando ella anotaba ciertas frases –curiosas - del profesor, le veía esa mirada como de enojo, de sorpresa, de ¿no aprendiste nada en la vida?, ¿otra vez tengo que decirte no escribas en el cuerpo en la ropa en la mesa en la silla en el suelo?
Es que me olvido me olvido me olvido, me dejo en algún umbral, me subo a algún camión, me tiro en la cama de los hospitales. Los hospitales me gustan, ahí siempre me hablaron de un modo suave, con respeto, me acuerdo de esa doctora, jovencita, tan blanco el guardapolvo que parecía la maestra de primer grado. Anemia, eso es lo que tenés, anemia. ¿Comiste?, y me dio de su propio paquete de galletitas. Y yo anoté esa palabra en la palma de mi mano. Anemia, una flor ese sonido. Un ramo de anemias le hubiese regalado a esa doctora y a la maestra de primer grado. La lágrima humedeció la galletita. Mejor.
Siempre andás llorando
y qué
y qué
y qué

Es tarde, pero el profesor no duerme. Luci llamó desde un teléfono público y pip pip pip ese sonido de ocupado cuando él usaba la notebook. No conocía el nuevo departamento pero esa luz encendida. Luci cerró la mano. Giró y entró al café.
Con leche, con medialunas, con pan y manteca, y el mareo y el mundo –inhóspito, había dicho Paula-, daba vueltas.

¿Por qué el mundo es inhóspito?-insistía Paula. Palabra para anotar, montones de hermosas palabras en un mundo así: inhóspito. Pitó, largo el humo. Peleaba con el profesor por su manera de fumar y no levantes las colillas. Me gusta eso: las pitadas ajenas en mi boca.
Y a mí. Ya estaba sentada en la mesa con las otras, dale hablar y hablar, la alegría estaba ahí, con la espuma del café con leche, en las manos y las uñas muy rojas de Andrés. Una palma así de grande para anotar. Los ojos ven sus anotaciones. Cierra la mano otra vez. Luci lucita lú. Y Andrés-Andrea te dije-, levanta colillas. Comparte. Hermosas palabras en… Esperá, no digas la palabra todavía. Preguntale a Max, vivió en Nueva York, sabe un montón de inglés. “Biutiful werds in an agli werld”. No escribas así de mal, Paula no soporta los errores ortográficos, siempre fue buena alumna.
Yo también.
Y yo.

¿Por qué tengo que pagar los platos rotos? No rompí ninguno. Ahora sí. Y tiró un plato dos platos tres cuatro muchos sobre la alfombra del profesor. No se rompían. Cualquiera puede enfurecerse ante platos que no se rompen.
Mirá Luci, si alguien es amable conmigo, me saca todo. Ojos muy abiertos de Lú.
Ella había sido amable y nunca -nunca jamás de los jamases- le sacó al profesor una palabra que se dirigiera a ella, “te quiero” “te extraño”, “me gustan tus ojos muy abiertos”. Es cierto que le sacó palabras y hasta frases pero que iban a otra parte, que ella las tomaba porque las oía sueltas, las recortaba. Aunque un día, para qué, se le ocurrió: Profesor, ¿si alguien es amable por qué querrían sacarle algo, menos aún todo?, dejaría de ser amable una persona así.
Tuvo que pagar los platos rotos.

Más anémica se había vuelto. Más flaca no, no podía. No era el hambre, era la sorpresa.
Levantate Luci, tenemos que irnos. ¿Pero no me puedo quedar durmiendo?, ¿no me podés dejar una llave por hoy? Y abría la palma de la mano. Entró a un locutorio: copió y pegó la frase: “el hombre ha forjado un sinfín de instrumentos… ha creado la llave, una barrita de metal que permite que alguien penetre en un vasto palacio” y agregó: no me querés dar tu barrita de metal. Envió su e/mail a la notebook del profesor.
¿Te gusta esa frase Lú? Claro que me gusta, es de Borges. Ah. Tengo hambre otra vez. Se fueron a comer.

Había de todo por las veredas, en los costados, a cualquier hora de la madrugada: pedacitos de manzanas, algo de yoghurt, huesos de asado con carne, las sobras de las sobras, las colillas más chiquitas, algún lápiz, una hoja de papel. Monedas de 10 centavos. Muchas monedas de diez centavos. El bar seguía abierto. Usó el teléfono público.
Paula, el mundo no es inhóspito, encontré un montón de cosas, ¿puedo ir a tu casa? Pero, ¿no ibas a la casa del profesor? Es que está trabajando, llamo y da ocupado, está con la notebook. Tocá el timbre. No me animo y este bar me gusta. Estás llorando. Es que me bañé, me puse un abrigo hermoso que había en la vereda y te lo voy a prestar Paula, el mundo no es inhóspito, de dónde sacaste esa palabra, la borro de la palma de mi mano, ahora mismo. Borrala y no llores más.

El teléfono del bar me usó las monedas. ¿Me prestás una de 25?
Te presto mi celular.
Bueno, pero marcá vos.
Paula, qué suerte que atendiste de nuevo, nomás quería que me abrazara el profesor.
Andá a lo de Darío, a él le encanta dormir con vos. Hoy no quiero. Andá a lo de Abel. No puedo, estamos peleados. Vení aquí entonces. ¿Me venís a buscar?

No florece, es primavera y no salen hojitas. Los árboles están ahorcados de cables.
No Paula, el profesor dice que ya van a brotar, que son los fríos los que quemaron los primeros brotes.
Terminala con el profesor, no le creo nada, no le creas nada.
Paula. ¿Qué? Él trabaja mucho. ¿Y? Tiene que entregar peipers y peipers. ¿Y? Es un explotado Paula, no entendés. A mí no me gusta que me exploten.
A mí tampoco.
A mí tampoco.
Ni a mí.

Estoy cansada.
Vamos a dormir.
Hace frío.
Estirá los diarios.
Está amaneciendo.
¿Me abrazás?
Dale, mostrame qué anotaste.
en: Una felicidad liviana, Editorial Fundación Ross, Rosario, 2007
SUSANA SZWARC
nació en Quitilipi, Chaco. Publicó El artista del sueño y otros cuentos (Tres tiempos, 1981); En lo separado (poesía, Ultimo Reino, 1988); Trenzas (novela, Legasa, 1991); Bailen las estepas (poesía, De la Flor, 1999); Bárbara dice (poesía, Alción Editora, 2004).El azar cruje (Catálogos, 2006). Ha escrito también teatro y literatura infantil. Recibió, entre otros, el Premio UNESCO, el Premio Antorchas a la creación artística y el Premio Concurso Intrnacional de Cuentos Julio Cortázar. Algunos de sus textos han sido traducidos al alemán, inglés, chino mandarín y catalán. Coordina talleres literarios.

CUENTO COLECTIVO III

SECRETOS

La escena no podía ser más absurda. A punto de tocar el timbre se dio cuenta de que se había puesto un zapato de cada color. Por esa manía de comprar doble cuando algo le quedaba bien. Un par negro y otro blanco. Era tarde para arrepentirse ¿Y ahora? Bajó lenta la mano de la aldaba sin saber qué hacer. El doberman gruñía amenazante detrás de la reja como si no lo conociera. Se sintió ridículo, humillado, la distracción aseguraba un “no” rotundo de Ingrid. ¿Resistiría otro “no”? ¿Y si…? Pensar lo que pensó le dio ánimo suficiente para tocar el timbre igual. (Marta).
El animal calló sus gruñidos y pareció reconocerlo. La espera se hizo interminable, con la mirada puesta en sus zapatos tan distintos. Si al menos uno fuera marrón y el otro negro, pero blanco y negro. Vaya si estaba distraído cuando se los puso. La urgencia por ir hasta la casa de ella y los pensamientos sobre la última vez que habían estado juntos, acaso fueron los motivos de semejante descuido. (Norma)
El silencio detrás de la reja... empezó a sentir cierto fastidio pero no era precisamente eso, fastidio, lo que debería exteriorizar frente a Ingrid, aunque si bien cuando abriera la puerta, si es que la abría, justificando la cuestión de los zapatos cambiados -pensó- podría ser un juego divertido. Volvió a mirarse los pies y advirtió que el cordón del zapato blanco estaba desatado. El solo gesto de agacharse para anudarlo avivó los gruñidos del perro; se enderezó sorprendido y alargó la mano insinuando una caricia pero el animal saltó embravecido. En ese momento oyó el inefable sonido de la llave que giraba en la cerradura (Angélica).
La puerta se abrió apenas lo necesario para dejar asomar una cabeza llena de ruleros con la cara cubierta de una pasta verde, enganchada sobre hombros inclinados levemente hacia el costado, vestidos con lo que parecía una bata de baño, protegida con un nailon negro. Casi no parecía la voz de Ingrid cuando brotó de su garganta un grito ahogado, finito, diciendo: ¡qué vergüenza Tolomeo, mirá como me encontrás! Estoy en pleno make up. Dame cinco y te abro. (Oscar)
Tolomeo se sintió mareado, le pareció que iba a caer en medio de la vereda; ¡noo , sería demasiado! Ya veía los titulares de un diario local, en cuya tapa se leería en grandes letras:. “Arrestaron a un hombre en la vía pública que se hallaba durmiendo en medio de la acera. Insólito. Llevaba un zapato de cada color. Lo que hace presumir su salida intempestiva de algún acto ilícito. Como se recordará, días pasados fue asaltada la zapatería de calle San Martín al 500. El individuo quedará demorado para averiguar antecedentes.
-¡Tolomeo! -la voz de Ingrid lo volvió a la realidad. (Susana)
-Ingrid – dijo Tolomeo suavemente, todavía muy mareado.
- Hola –dijo ella sin quitarle los ojos de encima, con una expresión capaz de ahuyentar a cualquiera y, por supuesto, a él, que era más pusilánime que un cualquiera.
-Yo… lo lamento. Sé que no debería haberlo hecho, pero es una manía que arrastro desde que tengo memoria. Me castigaron toda la vida por eso, pero no lo puedo controlar, veo un escritorio o una mesita de luz y tengo que revisar… (Silvia) Pero no siguió hablando, pensó que ese no era el mejor momento para hablar con ella… Tenía que inventar una excusa para salir de allí, pero Ingrid no le dio tiempo. Lo tomó del brazo con energía llevándolo hasta la sala. Tolomeo consideró esto como una expresión de cariño, sin embargo las largas uñas se metían en su carne causándole dolor.
Había encontrado una foto de la última vez que estuvieron juntos, los rostros denotaban alegría. Quería que ella la viera, pero sabía que ahora no era oportuno. Ingrid fue a preparar un café. Él escribió algo para despedirse en una servilletita de papel y la dejó junto a la fotografía. Salió muy rápido, pero se encontró con el maldito perro, saltó hacia la reja, se tiró a la calle y corrió hasta que la sofocación se lo impidió.(Marta R.)
Parece que usar un zapato de cada color le había traído buena suerte. Haberse animado a llegar hasta su puerta, tocarlo el timbre, y encima haber entrado, fue todo un logro. Voy a pasar todos los días, con cualquier excusa. De es amanera, podré verla al menos un rato a diario, y quien dice que con el tiempo podamos seguir avanzando en nuestra relación. (Magali. S)
Sin embargo, realmente, quería él proseguir con esa relación histérica y enfermiza? Ingrid no le perdonaba sus hábitos de fisgoneo, gracias a los cuales había descubierto todas o casi todas (no podía estar seguro de nada) sus mentiras. Ingrid había mentido descaradamente sobre sus amantes (mejor dicho el número de sus amantes, las historias que ella le había contado era imposible corroborarlas con fotos), su familia y hasta sus saldos bancarios, que eran mucho menos de lo que había dejado entrever, muy astutamente, por cierto. Se había puesto como una fiera furiosa y él creyó oportuno desaparecer por un tiempo, con el objetivo de que se calmaran las llamas, pero también, principalmente, para preservar su salud y tal vez su vida. Bien arreglada, (no como la había encontrado aquella tarde) era una bella mujer. Pero ahora sospechaba que tal vez usara lentes de contacto para cambiar el color de sus ojos (ese azul fascinante podía ser perfectamente otra de sus mentiras), debía corroborar que no usaba dentadura postiza, el color de su pelo era un misterio bajo capas y capas de tintura y aquella pasta verde…. Se insinuaban en su cutis infinidad de líneas que podían convertirse en arrugas en cualquier momento… Según su documento tenía treinta y cinco años, tres más que él, pero podía haber adulterado la fecha de nacimiento. Se cambia muy fácilmente un tres por un ocho, un uno por un siete, etc. Conocía muchas histéricas que lo habían hecho.
Estaba asustado. El miedo no es zonzo, dicen.
Vuelvo o no vuelvo? Parado en la esquina, luego de correr cinco cuadras sin parar, siguió caminando en el mismo sentido, contrario a la casa de Ingrid. La foto y la servilleta de despedida debían bastar para que ella entendiera. Esa foto la había encontrado en la billetera de ella. (final de Silvia)

Y se sentó en un café. Recién pudo observar cómo estaba el día; tibio, espléndido, amarillo. Se sintió, no sé, distinto, como si recién despertara de una pesadilla. Y se puso a reflexionar: ¿un zapato de cada color? Pero, ¡qué cómico!. ( No hay nada mejor que reirse de uno mismo). ¿Que el doberman grunía?. . ¡Que Ingrid y la fotografía!, ¿el temor y la humillación.? ¡Ya fueron!. Inspiró profundamente, el aire oxigenó toda su mente y se sintió joven, revitalizado. Arregló su corbata y salió. La avenida manchada de lapachos violáceos, lo vio irse caminando con pasos lentos pero firmes, dibujado sobre el mes de octubre. ( final de Susana)

Llegar hasta la puerta de Ingrid y tocar el timbre fue un acto de arrojo. Con el paso de las horas Tolomeo piensa que esa relación se estaba transformando en una historia
tortuosa en la que no podrían encontrarse nunca. Recordó cómo se conocieron y los sueños que tenían para seguir juntos mucho tiempo.
No sabe bien si fueron los celos de ella o los de él lo que desgastó esa pasión que los unía.
Tolomeo no quiere olvidar nada y como tiene vocación de escritor, se imagina el amor de los dos novelado con un final muy triste. Vislumbra el libro publicado. ¿Cómo se llamará?
También la ve a Ingrid, después de leerlo, desolada por ese final y con deseo de volver a encontrarlo. Pero él, ya famoso, tendrá que pensarlo bien antes de aceptarla.
(Final Marta R.)

viernes, 10 de octubre de 2008

domingo, 5 de octubre de 2008

DESAMPARO


Atardecer de cielo fragmentado
invierno,
agrisada lluvia y pies descalzos
temblor de infancia
sobre la desnudez heroica
la pobreza gotea
empapando temprano la inocencia.

Marta Rodríguez

CICLO LA POESÍA EN LOS BARES


EL próximo martes 7 continuará el ciclo
LA POESIA EN LOS BARES
encuentro que organiza el Centro Cultural Bernardino Rivadavia (Secretaría de Cultura y Educación de la Municipalidad de Rosario).
En esta oportunidad leerán
Gilda Di Crosta, Gabriel Hernán Baudo y Carlos Sinicki
Las presentaciones estarán a cargo del poeta Roberto Lobos.
HORARIO de invierno: 20.45 horas.
Bar LA SUBSEDE Entre Ríos y San Lorenzo.

POETAS DEL TERCER MUNDO

OTRO CIELO, NUEVA ENTREGA

http://www.otrocielocultural.blogspot.com/

un microespacio para conocer a quienes muestran sus sueños

Marcelo Valenti
Escritor
Compartimos una charla donde nos habla acerca de su idea de literatura y de sus proyectos inmediatos
otro cielo
algunos minutos para escuchar en cualquier

jueves, 2 de octubre de 2008

¿POR QUÉ ESCRIBIMOS?

Da trabajo escribir. Hay que ir a buscar las palabras al fondo, como quien atrapa peces en un pozo con balde y roldana. Después hay que subirlas con mucho cuidado para que no se escapen. Y si alguna se pierde habrá que tirarse sin más a bucear en lo más hondo y atraparlas por la cola o por los dientes.
Y una vez arriba, todavía hay que limpiarlas, aderezarlas, tirar lo que no sirve y traducirlas del idioma propio al universal. En un intento para que otro las entienda.
Da trabajo escribir. Pero aun así, lo hago toda vez que la batalla me deja el claro de una tregua. Entonces busco cualquier trozo de papel, y cualquier lápiz, y deposito allí algunas palabras, para sentir el alivio que escribir me brinda.

por Olga Merlo

miércoles, 1 de octubre de 2008

AQUI ESTAMOS, ESTO SOMOS



Desde aquella diminuta esfera

existente en los tiempos sin tiempos,

asceta de olor amarillo rojizo

estallando en los dominios sin espacio,

formando el hogar de los hogares

hogar de las luces

hogar de los dioses

hogar de las vidas;

devenimos en perfecta sincronía

regidos por ciencias sin alma:

cuántica, física, química, equilibrio, compensación.

Perfección de perfecciones

limpieza de sentires

caminos no caminados.

Hasta que desde otros espacios

acaso también ermitaños de otros ciclos,

alguien pensó en colores

alguien quiso obsequiarle sentido a los sonidos

alguien quiso volver lo gutural en vínculo

alguien quiso vibrar en otras realidades.

Entonces volaron pinceladas,

nacieron rimas,

empalmaron acordes,

aparecieron ilusionistas de lenguajes,

generadores de irrealidades,

dibujantes de alientos no vividos.

Entonces los artistas

fuimos movimiento para las vidas,

colores para la oscuridad,

sonidos para el silencio,

presencia para más allá del existir.

Entonces vieron, escucharon, degustaron, criticaron

entonces tuvo sentido jugar a ser creador.

Oscar Daniel Tartabull