Termino de leer la novela Cortafuegos (Buenos Aires, Tusquets, 2005) de Henning Mankell y llamó mi atención el epílogo que él incluye. Aquí transcribo unos párrafos cortos para compartir con Uds. estas reflexiones.
"Los hechos narrados en esta novela se desarrollan en una zona fronteriza.
Entre la realidad, lo que sucedió en verdad, y la literatura, lo que podría haber ocurrido.
Y ello implica que, de vez en cuando, me he tomado ciertas libertades.
Una novela es siempre un acto de creación despótico y arbitrario.
Lo cual explica, a su vez, que yo haya desplazado viviendas de su lugar original, que haya cambiado los nombres de alguna calle e incluso, en algún caso, que haya añadido otra que no existe.
Asimismo, he convocado a la escarcha para que enfríe las noches de Escania cuando le ha convenido a mis intereses."
(p. 541)
2 comentarios:
No sé quién publicó, qué hebra de las que constituyen las tramas del taller leyó Cortafuegos, digamos. Lo que dice Mankell es la base de una poética ordenadora de la escritura de una novela o de cualquier narrativa que no sea periodística; siempre se escribe en esa zona de frontera donde se diluye el límite realidad-ficción, verdad y mentira tienen el mismo estatus de verosimilitud. Por eso la arbitrariedad, por eso el despotismo del autor que ordena a su antojo los materiales...
Marta Ortiz
Mil disculpas porque omití poner mi firma.
Norma
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