viernes, 18 de febrero de 2011
CONTINUACIÓN DE GRINGO PATAGON
Mayra fumaba un porro, sentada junto a él en las escaleras, ya que no había un solo asiento libre. Su expresión se había suavizado considerablemente y sus ojos oscuros tenían un brillo que él nunca le había visto antes. Movía los pies al compás de la música, evidentemente le gustaba, parecía como si estuviera en su propia casa.
- Vamos a bailar? – sugirió ella, tirando la colilla del cigarrillo.
Aquello fue una verdadera sorpresa. Era la primera propuesta que salía de Mayra. El no bailaba nada mal, tenía sentido del ritmo y oído para la música, pero verla bailar a Mayra cortaba el aliento. Su cuerpo se movía como una serpiente, con una gracia felina y flexible que sugería horas de práctica, hasta sus manos y sus muñecas parecían hablar y llevar el ritmo. Un baile sugestivo y delicadamente insinuante. Los que estaban alrededor no hacían más que mirarla, inclusive las chicas.
Guillermo, que detestaba llamar la atención, la tomó bruscamente de la mano y la sacó de la pista, invitándola con una copa.
El había tomado lo justo como para estar en la primera fase de euforia, y le susurró al oído:
- Mayra, por qué no nos vamos a otro lado y bailás para mí solo?
Ella lo miró por primera vez, sin muestras de desdén.
- Adónde? – preguntó ella, con simulada inocencia.
En alguna parte del cerebro de él, sonó una alarma de despecho, al darse cuenta que así como él no quería ofrecer su departamento, ella tampoco lo invitaba. Pero la creciente excitación que sentía barrió con sus recelos.
- Un lugar que yo conozco – le dijo, guiñando el ojo.
- Adónde? – insistió ella.
- Un lugar donde podamos estar solos, con buena música y bailes para mí. Sólo ocurrirá lo que vos quieras que ocurra. Está bien? – Hablaba casi contra su cara y su aliento, agradable aunque ligeramente teñido de alcohol, le rozaba la frente. Levantó su barbilla y la besó, un beso de deseo no exento de afecto y se sintió conmovida a su pesar. Sus manos se deslizaban por sus caderas, y su frialdad y su indiferencia desaparecieron, llenándola de fascinación y de terror.
- Querés ir? – volvió a preguntar él en voz baja, abrazándola . Su machismo y su pedantería habían desaparecido, su tono no era autoritario ni despectivo ni mucho menos amenazador como lo que ella había conocido. En su cabeza había solo confusión y temor, pero la calidez de su cercanía, su perfume y el tono de su voz le hicieron bajar la guardia. Su encanto era irresistible.
por Silvia Pavía
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5 comentarios:
Chicas, publiqué otro capítulo. Debería haberlo hecho ayer, ya que me propuse publicar todos los jueves, pero me olvidé. Espero sus comentarios! Sé que voy corrigiendo cuando me doy cuenta. Besos
buen clima, silvia, buen ritmo,el baile es tangible, parece que algo importante se va a desatar en cualquiert momento, ganas de seguir leyendo... Marta O
no hay estancamiento Amankay, hay acumulación y hay desplazamiento, tus fotografías también cuentan historias, también escriben poesía.
Marta O
Amancay, yo también me siento así ahora, no se me ocurre nada, pero sabés qué hago? Nada. Dejo que la cabeza vaya para donde quiera, sin pensar si estoy "estancada" o no. Y tarde o temprano sale algo. Cuando menos lo esperes. Y cuando menos pienses en eso. Muchas gracias por tus comentarios!!! Sin duda mis textos no están tan limpios como los tuyos.
Cómo sigue la historia??? El pr´´oximo jueves lo veras....SILVIA
Gracias, marta, no sabés cuánto aprecio tus comentarios.
Por ahora, no dijiste nada de mis textos sucios...SILVIA
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