Mayra lo observaba, con los codos apoyados sobre la mesa, mientras se tomaba su café.
- Hoy es mi día de suerte – decía él, con una sonrisa sobradora de oreja a oreja – Creo que al fin, el puesto va a ser para mí e Iván va a tener que conformarse con ser el gerentucho de marketing.
- Son amigos o competidores? – preguntó Mayra.
Guillermo la miró, sopesando la respuesta.
- En realidad, las dos cosas. Suena un poco raro, no es cierto? Nos hicimos amigos cuando entramos a trabajar al mismo tiempo, hicimos la prueba juntos y salimos seleccionados. Creo que, si yo ganara el puesto, no me sentiría del todo feliz, sabiendo que él pierde.
Mayra se quedó mirándolo con extrañeza.
- Creo que a él le importa un cuerno de vos y sólo quiere ganar.
Guillermo la miró con suspicacia.
- Por qué decís eso?
Mayra se encogió de hombros.
- Es sólo una impresión.
- Las mujeres se manejan con intuiciones, impresiones... nada de eso sirve. Lo único valedero es lo que se ve y lo que se toca. Lo demás... sólo es imaginación.
Mayra siguió mirando al frente, inexpresivamente.
- Creo que sos un tonto - sentenció.
Guillermo se rió.
- Estoy acostumbrado a que me digan eso. Y cosas peores también, pero siempre ha sido mi familia. Pero tan mal no me ha ido, no te parece?
Mayra no contestó ni cambió su expresión.
Guillermo dejó de sonreír. La actitud de Mayra comenzaba a pesarle, empezaba a cuestionarse si valía la pena tomarse tanto trabajo. Después de todo, quién se creía que era para despreciarlo a él, que para la mayoría era un buen partido?
- Mayra, somos personas grandes, para qué aceptaste salir conmigo si solamente te provoco indiferencia y desprecio?
- Fuiste vos el que no aceptó una negativa y pidió una oportunidad. Te acordás?
- Pero colaborá un poco, por Dios! Con esa cara serías capaz de enfriar un pollo recién asado.
- Es la única que tengo.
- No lo creo. Qué tal si nos fuéramos a divertir esta noche? Por ejemplo, una cena en el restaurante árabe, donde bailan unas odaliscas...
- Eso es divertido para vos.
- Y después nos vamos a bailar a un boliche y tomamos unas copas....
- Hay yerba?
Guillermo quedó sin hablar por algunos segundos.
Lo único bueno que había hecho su padre era ponerlo en guardia con sus filípicas contra la droga. Había tenido borracheras, había fumado como una chimenea, pero nunca se había drogado. Y ahora que vivía solo, se cuidaba tanto del alcohol como de fumar. Pero la nube se disipó en un segundo.
- Te compro lo que quieras.
por Silvia Pavía
1 comentario:
Chicas, como había prometido, va otro capítulo de GRINGO PATAGON.
Espero que les interese. Besos
SILVIA
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