viernes, 15 de abril de 2011
CONTINUACIÓN DE GRINGO PATAGON
PROBLEMAS EN LA OFICINA
He tenido información que Ud. padece SIDA.
El rostro de Iván cambió de color.
- Quién le ha dicho semejante cosa?
- No puedo decirlo, pero es alguien confiable. También me han dicho que es homosexual…
- Usted cree todo eso?
- No importa lo que yo crea. Pero tengo obligación de investigar, los directores de la compañía no quieren homosexuales ni enfermos de SIDA…
- Esto es increíble! – Iván se contuvo para no tirar su notebook sobre el escritorio de su jefe, que lo hubiera despedido en el acto.- Hay alguien que me quiere perjudicar…
- Lo siento, eso es lo que dicen todos. Yo tengo que ir a los hechos. Necesito un análisis para constatar que lo de SIDA sea mentira y en cuanto a lo otro….se verá.
Iván salió de la entrevista profundamente humillado. Nunca se había enfrentado al hecho de que en la empresa era sólo un número, un engranaje que podía trabajar mientras funcionase bien. A cambio del sueldo, exigían la entrega de su vida misma….
Era ya el horario de salida. Necesitaba ver a su novia para descargarse y sentir la admiración que ella le demostraba. ¿Quién habría sido el hijo de puta que había desparramado esa mierda sobre él? ¿Guillermo? ¿Se habría enterado de su jugarreta? No se podía confiar en la puta aquella de cabaretera…
Pero no. Guillermo era capaz de darle una paliza con sus propias manos, pero no tenía cabeza ni templanza para elaborar algo como aquello.
Tenía otros enemigos más peligrosos como el chico aquel que había hecho despedir porque había descubierto cierto manejo suyo… sí, aquel chico podía ser, era muy taimado, pero no sabía si aún tenía sus datos en la computadora.
Después estaba aquella chica que había ilusionado con un puesto mejor y que luego había despedido para evitar un escándalo con su novia. Y había otros. Eran tantos!
Estaba parado delante del semáforo. Un agente de policía en motocicleta lo alcanzó para hacerle una multa. Se había pasado de la raya peatonal. Iván se maldijo con rabia.¡ Estaba pensando estupideces! Pidió disculpas, exhibió todos los documentos, suplicó, pero sólo obtuvo una mirada de desprecio e indiferencia. El policía empezó a buscar el talonario para hacer la boleta y él le ofreció dinero para que se olvidase “y se fuese a tomar un café”.
-¿Un café? ¡Esto te va a salir una cena en el Mercurio!
Iván suspiró y le pasó un billete de $100. (No sabía que la multa era de $50)
- Está bien – dijo el policía, sacando expertamente el billete dentro de los documentos que él le había exhibido – pero la próxima no te vas a salvar…. de que te asalten – terminó en voz baja, mientras el auto desaparecía.
Había hecho tres o cuatro cuadras hacia la casa de su novia, cuando se paró ante otro semáforo, esta vez cuidando esmeradamente no pasarse ni un centímetro de la raya peatonal.
- ¡Dame todo el dinero que tengas o te hundo esto en el cuello!
Iván, ya antes nervioso, ahora se puso pálido como un muerto. Ni siquiera se animaba a girar el cuello. Sentía que algo frío lo rozaba y sintió cómo se erizaban sus cabellos.
- Voy… a sacar dinero…. de mi pantalón….
- No. Abrime la puerta del acompañante.
Entonces Iván vio que tenía una pistola pequeña pero igualmente letal.
- Si hacés algo raro, sos boleta…
Se abalanzó hacia la puerta abierta, saltó dentro y le ordenó:
- ¡Arrancá, que el semáforo está en verde!
Iván, pálido y transpirando en frío, salió disparado, sin poder controlar el pie sobre el acelerador.
- Parate allí, cerca de la esquina.
Temblando, como pudo, estacionó el auto, mientras el otro le exigía sin tregua:
- Ahora dame todo lo que tengas…
Iván rebuscó desesperadamente en sus bolsillos y en las guanteras del auto.
- Tengo nada más que esto… recién me paró un zorro y le pagué una coima…
-¡Mentira! Un boludo como vos no paga coimas…
Empezó a golpearlo con saña, mientras Iván, aterrado, trataba de protegerse.
-Esto es demasiado poco para mí… Vamos al cajero y sacás toda la plata que tengas…
Aquella pesadilla terminó una hora después. Iván, cuando vio que el maleante había desaparecido, se envalentonó y fue a hacer la denuncia en la comisaría más cercana.
Estaba tan nervioso que no se fijó en un auto alquilado, que lo había seguido todo el tiempo y cuyos dos ocupantes no paraban de reír.
-Todavía no terminó – decía Mayra – Ponete los anteojos oscuros y tapate con los folletos, ahora vas a ver, cuando salga…
Una chica, joven y bien vestida, abordó a Iván, suplicándole algo.
-Le pide que la ayude a redactar una denuncia, porque ella está shokeada. Fijate, se le cuelga del brazo, hace como que se apoya en él… - Mayra observaba, escudándose detrás de Guillermo.
En la esquina apareció María José, la novia de Iván. El escándalo que se armó, la cara descompuesta de Iván tratando de explicar lo inexplicable, luego de la sucesión de desgracias, colmó las expectativas de Mayra.
-Qué te pareció todo?
-Perfecto - dijo Guillermo – sos una verdadera zorra… en el mejor sentido de la palabra. Te ganaste las vacaciones… te prometo que voy a hacer todo lo que esté a mi alcance para que no te olvides en tu vida de esa semana.
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2 comentarios:
Gracias, entré a tu blog y me divertí mucho. SILVIA
cada vez más suspenso, Iván es carne de cañón, no zafa de una... ritmo ágil y suspenso, buena combinación.
Marta O.
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