"Trompas de Falopio"
Sorpresa la mía cuando sonó el timbre y en el portero escuché tu voz.
Ante la incógnita de tu visita, inevitablemente tuve la esperanza que hacía tiempo no sentía.
Entraste, con la frente en alto y la postura erguida como me enseñabas de pequeña. Me saludaste, y ante mi sorpresa dijiste: “necesito que me ayudes”.
Accedí a tu pedido sin dudarlo. Creo que en parte porque no imaginaba los argumentos para un “no”.
La tarde pasó entre mates y escrituras. Necesitabas una carta de petición formal y no sabías cómo redactarla. Esa hora en la que intercambiábamos nuestro debate entre sinónimo o antónimo, pasó lo que para mí significó toda una eternidad queriendo demostrarte al máximo mi eficiencia.
Ahora que te fuiste, tras el bocinazo en la puerta, reflexiono: qué bueno fue dejar de esperarte. Puedo sonar incrédula, pero al dejar de hacerlo se fueron junto a vos muchas ilusiones y esperanzas que pude tener, y que necesitaba dejarlas ir.
Fue así como apareció el interrogante: ¿cuándo crecí? ¿Cuándo fue que deje de ser tu niña? Y la respuesta nació clara en mi mente: cuando dejé de esperarte.
Y así disfruté de una hora que para mí significó toda una tarde junto a mi padre, ejercitando mi escritura y adquiriendo nuevos conocimientos sobre la ligadura de las trompas de Falopio. ¿Vieron?, todos los días se aprende algo nuevo.
Magali Sinopoli
Sorpresa la mía cuando sonó el timbre y en el portero escuché tu voz.
Ante la incógnita de tu visita, inevitablemente tuve la esperanza que hacía tiempo no sentía.
Entraste, con la frente en alto y la postura erguida como me enseñabas de pequeña. Me saludaste, y ante mi sorpresa dijiste: “necesito que me ayudes”.
Accedí a tu pedido sin dudarlo. Creo que en parte porque no imaginaba los argumentos para un “no”.
La tarde pasó entre mates y escrituras. Necesitabas una carta de petición formal y no sabías cómo redactarla. Esa hora en la que intercambiábamos nuestro debate entre sinónimo o antónimo, pasó lo que para mí significó toda una eternidad queriendo demostrarte al máximo mi eficiencia.
Ahora que te fuiste, tras el bocinazo en la puerta, reflexiono: qué bueno fue dejar de esperarte. Puedo sonar incrédula, pero al dejar de hacerlo se fueron junto a vos muchas ilusiones y esperanzas que pude tener, y que necesitaba dejarlas ir.
Fue así como apareció el interrogante: ¿cuándo crecí? ¿Cuándo fue que deje de ser tu niña? Y la respuesta nació clara en mi mente: cuando dejé de esperarte.
Y así disfruté de una hora que para mí significó toda una tarde junto a mi padre, ejercitando mi escritura y adquiriendo nuevos conocimientos sobre la ligadura de las trompas de Falopio. ¿Vieron?, todos los días se aprende algo nuevo.
Magali Sinopoli
4 comentarios:
Bien Magaly,
Me gustó mucho cuando lo leíste en el Taller, me gusta mucho más ahora. Felicitaciones.
Angélica
Hola Magalí:
Sorpresa la mía, una feliz sorpresa cuando vi tu trabajo publicado. Son pasos inquietantes, que movilizarán tu "yo". Primero...lo pensaste, luego lo leíste ante nosotros y hoy lo publicaste y por último, quedará aquí grabado...Dios dirá por cuánto tiempo más. Y cada vez que leas el "necesito que me ayudes", sentirás la misma emoción. Guárdala. En un cofre, en un bolsillo, en un rincón de tu almohada...Guárdala. En algún momento, la has de necesitar.
Susana Ballaris
Tan poético el comentario de Susana que me dejó sin voz para expresar.
Felicitaciones Magalí por auyentar miedos, por publicar, por crecer, por intentar dejar de ser niña, aunque de alguna manera y en algún escondrijo del ser humano, nunca dejamos de ser niños, los hijos queremos seguir siendo hijitos y los padres, queremos que los hijos sigan siendo nuestros niños.
me olvidé de firmar, soy Oscar Tartabull, el siempre hijo y siempre padre
Publicar un comentario