Caen gotas de fuego
y el diablo está entre los dedos.
Trepan al árbol
en busca de expiación.
Suben al árbol
rompen su corteza,
el árbol pierde
el eco de su vida.
El hombre deja caer el hacha,
la tierra bajo sus pies
la devora.
Ya no se escuchan
las sinfonías
que las aves entonaban.
El cielo se cubre de ceniza
los muertos están en la Tierra.
No respiran,
cantaban canciones en otras eras.
Sus corazones no laten,
pero su sangre viaja
en bodegas de barcos,
rumbo a ser destilada
por la codicia
del ser humano.
El árbol muere,
el hombre destruye.
Caen gotas de fuego,
crece el incendio.
Los muertos
someten
a los vivos.
Sus corazones no laten,
ya no están bajo tierra.
Los vivos
interrumpieron su descanso.
Crédulos creyeron
que la sangre de los muertos
era eterna.
El fuego avanza
quienes padecen
se queman.
Muerto el árbol cae,
en el bosque del donde y cuando.
El primero de sus hermanos.
Los que resisten
agonizan
en terrible espera.
Los vivos que no hablan
mueren en desigual batalla.
La ignorancia aumenta.
Las advertencias
en círculos vuelan,
a la espera de los vivos
que sufrieron
por la sangre de los muertos.
Los hombres inventan guerras,
desangran a los vivos
para que los muertos vuelvan.
El hombre mata y ve morir
a los vivos que aún quedan.
Al quitar vidas
en su interior algo muere también.
Jugo de muertos.
Su sangre cubre y mata
a los vivos que
aún caminan en la Tierra.
Fétido aroma
el sudor del dinero,
en las manos del hombre.
La codicia hace
de sus palmas fosas sépticas.
Del cielo
caen gotas de fuego.
No hay nubes,
solo la espera.
Expiación de males,
perdón de culpas.
La ignorancia del hombre
su maldición.
El infierno su olvido,
recordar es el castigo.
El hombre mata
a los que agonizan
sobre la tierra.
Las gotas de fuego
provocan incendios.
Las manos de los hombres
con el diablo entre sus dedos.
Amankay Appezzatto Scropanich
y el diablo está entre los dedos.
Trepan al árbol
en busca de expiación.
Suben al árbol
rompen su corteza,
el árbol pierde
el eco de su vida.
El hombre deja caer el hacha,
la tierra bajo sus pies
la devora.
Ya no se escuchan
las sinfonías
que las aves entonaban.
El cielo se cubre de ceniza
los muertos están en la Tierra.
No respiran,
cantaban canciones en otras eras.
Sus corazones no laten,
pero su sangre viaja
en bodegas de barcos,
rumbo a ser destilada
por la codicia
del ser humano.
El árbol muere,
el hombre destruye.
Caen gotas de fuego,
crece el incendio.
Los muertos
someten
a los vivos.
Sus corazones no laten,
ya no están bajo tierra.
Los vivos
interrumpieron su descanso.
Crédulos creyeron
que la sangre de los muertos
era eterna.
El fuego avanza
quienes padecen
se queman.
Muerto el árbol cae,
en el bosque del donde y cuando.
El primero de sus hermanos.
Los que resisten
agonizan
en terrible espera.
Los vivos que no hablan
mueren en desigual batalla.
La ignorancia aumenta.
Las advertencias
en círculos vuelan,
a la espera de los vivos
que sufrieron
por la sangre de los muertos.
Los hombres inventan guerras,
desangran a los vivos
para que los muertos vuelvan.
El hombre mata y ve morir
a los vivos que aún quedan.
Al quitar vidas
en su interior algo muere también.
Jugo de muertos.
Su sangre cubre y mata
a los vivos que
aún caminan en la Tierra.
Fétido aroma
el sudor del dinero,
en las manos del hombre.
La codicia hace
de sus palmas fosas sépticas.
Del cielo
caen gotas de fuego.
No hay nubes,
solo la espera.
Expiación de males,
perdón de culpas.
La ignorancia del hombre
su maldición.
El infierno su olvido,
recordar es el castigo.
El hombre mata
a los que agonizan
sobre la tierra.
Las gotas de fuego
provocan incendios.
Las manos de los hombres
con el diablo entre sus dedos.
Amankay Appezzatto Scropanich
6 comentarios:
Amankay: El diable entre los dedos es un poema que tiene una mirada sobre el mundo de gran tristeza.No se puede pasar por alto ninguna palabra. Todas son intensas y profundas. Me gustó mucho. Marta R.
Amancay:
Uno lo lee y se va envolviendo en un hilo circular, las gotas, el árbol, el hombre, la guerra, los muertos, los vivos y a medida que lo hace, se va incendiando y hasta siente al diablo entre los dedos.
Muy bueno, mi querida Amancay. Te felicito!!!
Te lo mereces.
Susana Ballaris
Amankay:
Leer tu poema, leer tu nombre impreso en estas páginas, son un enorme placer. Belleza de texto,belleza tu sensibilidad.
Felicitaciones
Angélica
Muy bueno, se siente, se vive, duele, da culpa, da miedo. El futuro en las manos del hombre, junto al diablo entre sus dedos.
Oscar Tartabull
Amancay, te felicito. No me gusta la poesía NI LOS POEMAS, pero leí el tuyo del principio al final y me gustó, es coherente, tiene un hilo conductor, imágenes fuertes, palabras que provocan miedo, escenas que recuerdan el fin del mundo, por el fuego... Muy bueno
Amancay, la del comentario anterior soy yo, Silvia, siempre me olvido de firmar...
Publicar un comentario