domingo, 25 de mayo de 2008

EL HOMBRE CON SACO Y SOMBRERO



El libro estaba allí sobre la mesa y en su tapa la figura de un hombre de saco y sombrero. Me lo ofreció una colega. Así, el libro fue metido en una bolsa con tantos otros papeles donde las palabras se mecían al compás de los pasos hasta mi hogar. Quedó un día y la mitad de otro caído sobre un rincón donde vive también la computadora, las fotografías y los lápices de tinta. Y en la tapa estaba el hombre con su saco y su sombrero. Al llegar casi la madrugada abrí sus hojas y comencé a leer.
Hablaba de la partida de un padre y recordé a mi padre en su partida.
Me enterneció cuando la protagonista al fin sola, pudo ver su sombra en la pared a través del contraluz y recordé a mi padre sentado frente a una ventana que miraba la calle. Y en la lectura también se rememoraba un ventanal.
Encontré las ciruelas rojas y recordé cuando bajo el ciruelo morado heríamos a los frutos con nuestros dientes y caían gotas de jugo sobre el caminito angosto de cemento, en la casa de mi padre.
Y luego vinieron los jazmines. Y me pareció aspirar el aroma de los árboles cuajados de luz blanca que se abrían en los noviembres al lado de mi pieza de dormir.
Y así, dentro de las hojas solitarias con letras negras fui deletreando; la sombra, el ventanal, las ciruelas, los jazmines, y al finalizar las imágenes, me pregunté: ¿quién habrá contado la historia de mi padre a la autora?
Susana Ballaris

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